El final del verano supone el comienzo de la recogida del algodón en la comarca del Bajo Guadalquivir. Los campos teñidos de blanco son invadidos por máquinas cosechadoras que ejercen como poderosos mastodontes.
Un trasiego de camiones, tractores y remolques recorren la red de caminos agrícolas transportando el algodón desde los campos a las cooperativas para su procesado industrial: desmotado y empaquetado.
Cuadrillas trabajando de sol a sol permiten contemplar que cierto trabajo manual todavía persiste en el tiempo. Los pisadores son los auténticos protagonistas incansables de estas estampas.